Cuando trabajamos con energías, bien sea bendiciendo, en Reiki, conectando con registros akáshicos, practicando Yoga, hay ocasiones en las que en el trabajo de limpieza y sanación se presentan una serie de manifestaciones físicas, además de emocionales.
Estas manifestaciones pueden incomodar al practicante, que incluso si no está muy versado, puede sentirse incómodo, o incluso sentir cierto rechazo por la práctica, y hasta temor.
Casos clásicos son los bostezos, el llanto, los eructos, los movimientos estomacales, entre otros. Y sin embargo, estos fenómenos son una muestra clara de momentos de canalización muy potentes. Curiosamente el bostezo actúa como liberador de energías densas, así como el llanto y los eructos. Está involucrado en la regulación de la vigilia y el sueño. Es un relajante natural, y rápidamente lleva a un estado elevado de conciencia. Ayuda a soltar las tensiones, a liberar lo que tiene que salir, a soltar emociones. Casi nada. Lo cual significa que contrariamente a lo que pensábamos, lo estamos haciendo muy bien.
Gracias a investigaciones de la bioenergética, hoy sabemos que el bostezo no es solo una señal de sueño o aburrimiento, es una manera de liberar estrés, y ajustar nuestro reloj biológico.
En ocasiones, durante la práctica de Reiki, siento la necesidad de bostezar, y me entrego a ello con el conocimiento de que estoy liberando energías, desbloqueando algo que necesita su canal de expresión.
Muchas veces bostezamos cuando estamos en presencia de personas negativas; en este caso, la función del bostezo es expulsar la energía negativa. Esto es inconsciente e involuntario, en la mayoría de los casos pasa desapercibido tanto como por la persona que exuda esa energía, como por el receptor.
Autor: José Manuel Areces de Ávila. Presidente de la Asociación Escuela de Terapias Forestales de Asturias